Mientras vivimos
somos transmisores de la vida.
Y cuando dejamos de transmitirla,
la vida deja de fluir por nosotros.
Esto es parte del misterio del sexo,
es un flujo hacía adelante.
La gente asexuada no transmite nada.
Y si cuando trabajamos,
podemos inyectar vida a lo que hacemos,
vida, más vida nos invade,
nos inunda y compensa,
nos alista,
y vibramos con vida a través del curso de los días.
Aunque sólo fuera una mujer
haciendo torta de manzana,
o un hombre creando una silla,
si la vida entra en la torta, buena es la torta
buena es la silla:
contenta la mujer, con fresca vida
manando en su interior,
contento el hombre.
Da y te será dado,
es todavía la verdad acerca de la vida.
Pero dar vida no es fácil.
No significa entregarla al primer miserable,
o dejar que los muertos en vida te devoren.
Significa propiciar el fuego de la vida
donde no lo había
aún cuando solo fuera en la blancura
de un pañuelo lavado.
David H. Lawrence
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